COMO LA MAYORÍA DE LOS CAZADORES de El Valle del Río Grande, Gisel Garza se levanta antes del amanecer lista para adentrarse en el monte en busca de su presa. Pero Garza no busca ciervos, cerdos ni pavos salvajes. Su objetivo son especies como la manzanita, el ébano y el negrito.

Garza es una cazadora de semillas. En un entorno en donde la supervivencia de los bosques y su fauna depende de iniciativas como la suya, la recolección de semillas es una tarea esencial. Pocas personas se dedican a esta labor, lo que ocasiona una escasez de semillas en los viveros. Es un verdadero desafío.

La vegetación de El Valle del Río Grande se distingue por sus bosques de arbustos espinosos, conocidos como bosque espinoso tamaulipeco. Estos árboles de semblanza robusta albergan una impresionante variedad de especies: más de 1200 plantas, 530 aves y 300 mariposas, además de la única población de ocelotes en Estados Unidos, una especie en peligro de extinción. Sin embargo, este hábitat enfrenta la amenaza del desarrollo urbano y el cambio climático; sólo queda 10% de su extensión. 

«En general, a pesar del grado de dificultad que representa la recolección de semillas, es un proceso muy gratificante, en especial cuando vemos que las semillas que recolectamos se siembran y se transforman en plántulas utilizadas en la recuperación de nuestro bosque espinoso».
— GISEL GARZA, GERENTE DE SEMILLAS COMPARTIDAS, AMERICAN FORESTS

Las plántulas son vitales para restablecer las más de 34,000 hectáreas de bosque espinoso en El Valle, que son de gran prioridad para la reforestación. En 2022, se estimó que se necesitarían 85 millones de plántulas para reforestar esta área, una meta que, con la capacidad actual de los viveros, tomaría 166 años en alcanzarse. 

La escasez de semillas es un problema aún mayor a nivel nacional. Un estudio codirigido por American Forests en 2021 concluyó que, para cumplir con la meta de reforestar 26 millones de hectáreas antes de 2040, la producción anual de plántulas debe aumentar en 1700 millones, un incremento de 2,3 veces los niveles actuales. Por lo tanto, American Forests espera que el proyecto de recolección de semillas en El Valle del Río Grande sirva como modelo nacional para abordar esta escasez. 

Garza dedica sus días a recorrer las carreteras de El Valle en busca de semillas aptas para la cosecha. Su búsqueda abarca alrededor de 30 especies de árboles y arbustos en pleno florecimiento, entre ellos la uña de gato, el chapote, la putia y el guayacán. Explora los árboles a pie, aunque en ocasiones sube a la caja de su confiable camioneta Ford para alcanzar las ramas más altas. 

Suele recolectar en tierras federales protegidas, lo que contribuye a las metas de recolección del Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre. Sin embargo, recientemente también ha comenzado a trabajar con propietarios privados interesados en la conservación, así como con el estado de Texas para recolectar en tierras estatales. Garza lleva las semillas al vivero del Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre en Álamo, Texas, donde son procesadas para su almacenamiento hasta la temporada de siembra del próximo año. La preparación correcta incluye la eliminación de la pulpa, o bien la extracción de las semillas de sus vainas, para almacenarlas bajo condiciones controladas de temperatura y humedad. Cuando las semillas se encuentran demasiado lejos de Álamo, Garza las procesa en casa antes de transportarlas al vivero. 

Frutos de guayacán recién cosechados, antes de procesar. El guayacán, planta autóctona de El Valle del Río Grande y el norte de México, es conocida en inglés como soapbush, (arbusto jabonoso) debido a que la corteza de su raíz se utiliza como jabón en México.
Photo Credit: Larry Ditto / American Forests

Garza, originaria de la región, encabeza las acciones de American Forests para mitigar la grave escasez de semillas necesarias para restablecer el bosque espinoso de El Valle.
Photo Credit: Larry Ditto / American Forests

La recolección de semillas, como la de la manzanita, o cereza de Barbados, inicia un meticuloso proceso que incluye el lavado, extracción de pulpa y secado antes de su almacenamiento.
Photo Credit: Larry Ditto / American Forests

Previo a cualquier recolección, Garza identifica sitios potenciales que ofrezcan una gran variedad de especies para conseguir una mayor diversidad genética. En esta labor, la comprensión de la fenología, o ciclo de vida, de ciertas plantas en relación con los cambios de clima a lo largo del tiempo, es fundamental. 

«Un paso esencial antes de recolectar semillas es buscar plantas de las cuales podamos extraer semillas en el futuro y documentar su fenología», explica Garza. «Por ejemplo, si sabemos que ciertas especies producen flores en momentos específicos, podemos seguir de cerca a esas plantas para descubrir si producen frutos». 

Al haber nacido y crecido en El Valle del Río Grande, Garza siente una profunda conexión con la región y una gran pasión por preservarla para futuras generaciones. En junio de 2021, se unió a American Forests tras completar su maestría en Biología en la Universidad de Texas de El Valle del Río Grande, donde investigó la patología de las plantas, la conservación de especies en peligro y modelos de cambio climático. 

A pesar de las temperaturas extremas y las especies espinosas, como la uña de gato, que dificultan el trabajo, Garza encuentra su labor profundamente gratificante. «Más que nada, a pesar del grado de dificultad que representa la recolección de semillas, es un proceso muy gratificante, en especial cuando vemos que las semillas que recolectamos se siembran y se transforman en plántulas utilizadas en la recuperación de nuestro bosque espinoso». 

La Universidad de Texas de El Valle del Río Grande colabora en el proyecto de recolección de semillas, que también cuenta con el apoyo del Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos. La universidad ofrece un programa titulado «Capacitación para los Científicos Agrícolas del Futuro», que otorga a los alumnos de licenciatura experiencia teórica y de campo en seguridad alimentaria, medio ambiente y cambio climático. 

Con solo 10 % de su extensión original, el bosque espinoso de El Valle del Río Grande enfrenta importantes amenazas por el desarrollo y el cambio climático. Desde 1997, American Forests ha plantado más de 2 millones de árboles de bosque espinoso y otras plantas nativas en más de 1600 hectáreas en lo que alguna vez fue tierra agrícola.
Photo Credit: James Foguth, Digital Development Communications / American Forests

Garza y Chrissa Browder-Long, junto a la Asociación Estudiantil de Conservación, cargan plántulas en el vivero Marinoff Nursery en Álamo, Texas. Presentes se encuentran Mitch Sternberg (izq.) y René Ruiz (der.) del Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre, entidad a cargo del vivero.
Photo Credit: Larry Ditto / American Forests

Un bienteveo común se alimenta del fruto de manzanita, o cereza de Barbados. Las semillas, al caer al suelo y después de la interacción del ave, germinan y ayudan a restablecer el bosque espinoso tamaulipeco.
Photo Credit: Larry Ditto / American Forests

Brian Kittler, director ejecutivo de programa de Resilient Forests, considera que la recolección de semillas es fundamental para el plan de conservación en El Valle del Río Grande y en otras áreas en donde se trabaja por la restauración. «Sin las semillas, no pueden existir las acciones de restablecimiento. Con la recolección que realiza Gisel, le hacemos frente a este reto», explica Kittler. 

Garza coincide y destaca la importancia de su trabajo, a pesar de los enormes desafíos: «Crecí siendo testigo de la pérdida de las áreas forestales. Para mí, es muy significativo poder conservar las áreas que aún existen y reforestar aquellas que ha perdido El Valle». 


Lee Poston es un asesor de comunicación que trabaja con entidades comprometidas con una misión y produce sus redacciones en University Park, Maryland. Artículo publicado originalmente en la edición Invierno-Primavera 2022 de la revista American Forests.